Poca alfabetización en salud y sus implicaciones en la población general

Publicado el julio 6, 2023 por

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Traductor:  Kevin Sylvain Herrmann Villatoro – Universidad de Guadalajara

Autor y Link original: Ifedolapo Adejumo – Poor health literacy and its implications among the general population

 

Una introducción a la alfabetización en salud

La alfabetización en salud es, en pocas palabras, el grado en el que las personas pueden obtener, procesar y comprender información básica de salud necesaria para tomar una decisión informada sobre su salud [1].

Puede ser usado como un indicador de salud para determinar el impacto de intervenciones de salud al representar variables estadísticas numéricas, como un criterio de evaluación al tomar decisiones sobre la salud. Sin embargo, cabe destacar que la alfabetización en salud es multidimensional en sus diversos componentes, como el conocimiento cultural y conceptual, habilidades de escucha, habla, aritmética, escritura y lectura [2].

Según un estudio de McClintock et al, las peculiaridades entre países, con la diversidad cultural y los índices de población que los acompañan, deben tenerse en cuenta al evaluar la alfabetización en salud, considerando las muchas variables que afectan las diferentes experiencias individuales [3]. Por lo tanto, la evaluación de la alfabetización en salud no puede separarse de las variabilidades entre países, particularmente la cultura y las características de la población.

Existe evidencia que respalda los factores que influyen en la alfabetización en salud, como la cultura y el sistema de creencias, la comunicación deficiente e ineficaz (barrera del idioma), variables sociodemográficas (edad, sexo, género, etnia, afiliación religiosa, nivel de ingresos, educación, estado civil, empleo), factores sociopolíticos, psicosociales, estado de salud física y bajo estatus socioeconómico [4,5].

Como ejemplo, en el artículo de Tai se informó que «tradicionalmente los asiáticos, como los chinos o los hindúes, creen que las personas están enfermas porque sus fuerzas internas y externas están desequilibradas. Según el enfoque chino, el propósito de la medicina es restaurar el equilibrio del Yin y el Yang dentro del cuerpo». [6]

¿Hasta qué punto la baja alfabetización en salud afecta los desenlaces de salud?

La investigación en salud, como lo demuestra Atulomah et al [7], demostró que la baja alfabetización en salud en algunas comunidades de la región suroeste de Nigeria podría limitar la utilización de los servicios de salud y, por lo tanto, obstaculizar la prestación óptima de atención de salud.

La baja alfabetización en salud se caracteriza por los parámetros que determinan la comprensión, aceptación, aplicación y utilización de la información de salud en el mantenimiento del bienestar y la prevención de enfermedades. Los estudios han demostrado una correlación entre la baja alfabetización en salud y la menor adherencia médica, baja esperanza de vida, peor estado de salud, peores desenlaces de las enfermedades, frecuente admisión y reingreso al hospital, y alta morbilidad y mortalidad, entre otros [8].

La mayoría de los obstáculos relacionados con la salud que enfrentan los países con pocos recursos y con alto analfabetismo en salud se deben al rápido crecimiento de la población [9]. Un buen conocimiento del uso de anticonceptivos, por ejemplo, puede ayudar a prevenir embarazos no deseados y reducir la mortalidad materna [10].

Mitos, malentendidos y conceptos erróneos que forman parte del analfabetismo en salud fueron confirmados en una revisión cara a cara realizada por Osungbade et al sobre «Epilepsia en una comunidad rural de África occidental», donde más del 80% de la población del estudio atribuyó la epilepsia a la brujería, y el 80% prefirió el tratamiento con un enfoque tradicional que incluía preparaciones herbales (sin evidencia científica de seguridad y eficacia), exorcismos espirituales, amuletos y ofrendas de sacrificio [11].

La implicación para la salud de esto es que la baja alfabetización en salud plantea complicaciones adicionales derivadas de prácticas y remedios erróneos y perjudiciales, retraso en la búsqueda de remedios efectivos y agravamiento de las enfermedades, además de la enfermedad primaria.

Asimismo, se identificó en una evaluación realizada en Zambia que las mujeres jóvenes casadas tenían en promedio tasas más bajas de alfabetización en salud (24,5% de la muestra) en comparación con los hombres (46,5%) [12]. Basta decir que, en las partes en desarrollo del mundo, las desigualdades de género impiden la educación de las mujeres y, por extensión, el acceso a la información sobre salud y el empoderamiento necesario para utilizar la información de salud adquirida. Esta fue la inferencia que reveló una réplica de los acontecimientos en esa área específica.

Esto fue similar a una encuesta transversal en países en desarrollo como Irán, donde se reveló que aproximadamente el 79,6% de los adultos tenían una alfabetización en salud inadecuada y los factores responsables de la mayoría de la población fueron el bajo nivel educativo y socioeconómico, así como ser mujer [13].

Igualmente, estudios de São Paulo, Brasil, concluyeron que el 31,7% de las personas tenían una alfabetización en salud funcional limitada [14]. Esto estuvo en consonancia con un análisis comparativo de la literatura, donde se sugirió que la alfabetización en salud en países desarrollados como Japón es menor que la de Europa, y se estima que 75 millones de adultos en los EE. UU. tienen una alfabetización en salud básica o menor que básica [15,16].

Un estudio realizado en Europa informó que al menos 1 de cada 10 europeos tiene un nivel de alfabetización en salud inadecuado [17]. Además, aproximadamente 90 millones de adultos en los EE. UU. (según lo informado por el Instituto de Medicina) tienen un impedimento al evaluar y comprender la información de salud, lo que lleva a costos innecesarios de atención médica [18].

No se puede evitar referirse a una de las épocas definitorias del mundo en la pandemia de COVID, donde la difusión precisa de información en África rural fue de gran importancia, ya que afectó los desenlaces de las enfermedades. Las graves consecuencias de un incumplimiento en la difusión de información afectaron la tasa de propagación del virus, el conocimiento para cumplir con medidas preventivas de precaución (higiene y mascarilla), la presentación a instalaciones de salud en casos graves, la cuarentena y la automedicación con todo tipo de remedios autoproclamados.

La falta de acceso a la tendencia actual del avance de la enfermedad en los canales de comunicación (medios impresos, redes sociales o web) tuvo una gran influencia en la adopción de prácticas estándar por parte de la comunidad rural, como lo abogan los profesionales de la salud. Esto cerró la brecha entre los «mensajes de salud» y el alto patrocinio de información no verificada de los «mensajeros de salud» que no tienen la desventaja de la barrera del idioma.

Un estudio en EE. UU. concluyó que las personas con una alfabetización en salud inadecuada tienen tasas de hospitalización más altas y la mayoría de ellas tienen entre 70 y 79 años. El mismo estudio también informó una asociación de baja alfabetización en salud con un mantenimiento deficiente de la salud, una búsqueda deficiente de atención médica y mayores tasas de complicaciones [19]. Sin embargo, una revisión de la literatura sugiere que la alfabetización en salud todavía es mejor en los países desarrollados que en los países en desarrollo, donde los estudios limitados sobre los datos de alfabetización en salud son un desafío.

Existen herramientas disponibles para evaluar la alfabetización en salud funcional, incluyendo REALM, TOFHLA, NAAL y la herramienta de alfabetización y vida para adultos (siglas en inglés ALL), y la herramienta más moderna y adaptable para entornos de atención médica llamada «Signos vitales más recientes » (siglas en inglés NVS), que evalúa la capacidad de lectura y las habilidades numéricas [20]. El Cuestionario Europeo de Encuesta de Alfabetización en Salud (siglas en inglés HLS-EU-Q) es otra herramienta destinada a medir y comparar la alfabetización en salud en algunos países europeos seleccionados [21].

Entonces, ¿Qué se puede hacer para ayudar a mejorar la alfabetización en salud en la población general?

Para mejorar las implicaciones de salud del analfabetismo, se debe construir una relación efectiva entre paciente y médico, comenzando con la capacitación y el conocimiento sobre el tema en los estudiantes de medicina. La información sobre salud en países con recursos limitados (especialmente en las áreas rurales) puede que requiera explorar canales de comunicación para difundir mensajes, como radio, televisión, cintas de audio y cintas de video expresadas en el idioma que comprendan, en lugar del formato escrito. Esto puede ayudar a los usuarios a comprender la información médica, independientemente de su nivel de alfabetización. El énfasis debe estar en asegurar que el conocimiento se traduzca en una actitud y práctica positivas.

En los países desarrollados, se debe alentar a las personas a utilizar recursos en línea, como registros de salud electrónicos, portales para pacientes y opciones de telemedicina, para obtener información que puedan aplicar a sus propias decisiones informadas sobre salud.

Los proveedores de atención médica tienen la responsabilidad de emplear formatos que puedan reducir la incomprensión de la información al eliminar las barreras del idioma y otras complejidades. Esto puede facilitar la comprensión de las instrucciones médicas, las prescripciones y los servicios de salud.

En conclusión, acceder, discernir, evaluar e implementar información en tareas relacionadas con decisiones de salud, prevención de enfermedades y promoción de la salud sería una respuesta efectiva al problema de la baja alfabetización en salud y podría lograr un mejor comportamiento de salud.

 

Bibliografía:

  1. Berkman, N. D., Davis, T. C., & McCormack, L. (2010). Health literacy: what is it? Journal of Health Communication, 15 Suppl 2(sup2), 9–19.
  2. Committee on Health Literacy, Board on Neuroscience and Behavioral Health, & Institute of Medicine. (2004). Health literacy: A prescription to end confusion (L. Nielsen-Bohlman, A. M. Panzer, & D. A. Kindig, Eds.). National Academies Press.
  3. McClintock, H. F., Alber, J. M., Schrauben, S. J., Mazzola, C. M., & Wiebe, D. J. (2020). Constructing a measure of health literacy in Sub-Saharan African countries. Health Promotion International, 35(5), 907–915.
  4. Haun, J. (2012) How Do we measure health literacy? Health Literacy Conference 2012 (pp. 1-11).
  5. Adekoya-Cole, T. O., Akinmokun, O. I., Enweluzo, G. O., Badmus, O. O., & Alabi, E. O. (2015). Poor Health Literacy in Nigeria: Causes, Consequences and Measures to improve it. Nigerian Quarterly Journal of Hospital Medicine, 25(2), 112–117.
  6. Tai, M. C.-T. (2012). An oriental understanding of health. Tzu Chi Medical Journal, 24(2), 92–95. 
  7. Atulomah, B. C., & Atulomah, N. O. (2012). Health literacy, perceived-information needs and preventive-health practices among individuals in a rural community of Ikenne Local Government Area, Nigeria. Nigeria. Ozean journal of social sciences, 5(3), 95–104.
  8. World Health Organization. Regional Office for South-East Asia. (2015). Health literacy toolkit for low- and middle-income countries: A series of information sheets to empower communities and strengthen health systems. WHO Regional Office for South-East Asia.
  9. Kickbusch, I. S. (2001). Health literacy: addressing the health and education divide. Health Promotion International, 16(3), 289–297.
  10. Ahmed, S., Li, Q., Liu, L., & Tsui, A. O. (2012). Maternal deaths averted by contraceptive use: an analysis of 172 countries. Lancet, 380(9837), 111–125.
  11. Osungbade, K. O., & Siyanbade, S. L. (2011). Myths, misconceptions, and misunderstandings about epilepsy in a Nigerian rural community: implications for community health interventions. Epilepsy & Behavior: E&B, 21(4), 425–429.
  12. Schrauben, S. J., & Wiebe, D. J. (2015). Health literacy assessment in developing countries: a case study in Zambia. Health Promotion International, 32(3):475-81..
  13. Javadzade, S. H., Sharifirad, G., Radjati, F., Mostafavi, F., Reisi, M., & Hasanzade, A. (2012). Relationship between health literacy, health status, and healthy behaviors among older adults in Isfahan, Iran. Journal of Education and Health Promotion, 1(1), 31.
  14. Apolinario, D., Mansur, L. L., Carthery-Goulart, M. T., Brucki, S. M. D., & Nitrini, R. (2014). Detecting limited health literacy in Brazil: development of a multidimensional screening tool. Health Promotion International, 29(1), 5–14.
  15. Baker, D. W., Wolf, M. S., Feinglass, J., Thompson, J. A., Gazmararian, J. A., & Huang, J. (2007). Health literacy and mortality among elderly persons. Archives of Internal Medicine, 167(14), 1503–1509.
  16. Nakayama, K., Osaka, W., Togari, T., Ishikawa, H., Yonekura, Y., Sekido, A., & Matsumoto, M. (2015). Comprehensive health literacy in Japan is lower than in Europe: a validated Japanese-language assessment of health literacy. BMC Public Health, 15(1), 505.
  17. Sørensen, K., Pelikan, J. M., Röthlin, F., Ganahl, K., Slonska, Z., Doyle, G., Fullam, J., Kondilis, B., Agrafiotis, D., Uiters, E., Falcon, M., Mensing, M., Tchamov, K., van den Broucke, S., Brand, H., & HLS-EU Consortium. (2015). Health literacy in Europe: comparative results of the European health literacy survey (HLS-EU). European Journal of Public Health, 25(6), 1053–1058.
  18. Volandes, A. E., & Paasche-Orlow, M. K. (2007). Health literacy, health inequality and a just healthcare system. The American Journal of Bioethics: AJOB, 7(11), 5–10.
  19. Baker, D. W., Parker, R. M., Williams, M. V., & Clark, W. S. (1998). Health literacy and the risk of hospital admission. Journal of General Internal Medicine, 13(12), 791–798.
  20. Kountz, D. S. (2009). Strategies for improving low health literacy. Postgraduate Medicine, 121(5), 171–177.
  21. Sørensen, K., Van den Broucke, S., Pelikan, J. M., Fullam, J., Doyle, G., Slonska, Z., Kondilis, B., Stoffels, V., Osborne, R. H., Brand, H., & HLS-EU Consortium. (2013). Measuring health literacy in populations: illuminating the design and development process of the European Health Literacy Survey Questionnaire (HLS-EU-Q). BMC Public Health, 13(1), 948.

 

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