La revisión sistemática “viva”: un nuevo concepto para tener en mente
Publicado el mayo 11, 2021 por Laura Vergara Merino
Las revisiones sistemáticas—tal como se abordó en extenso en una entrada de blog previa—son un diseño de síntesis de evidencia que nos entrega información confiable (si es realizada de buena manera) sobre algún tema específico para la toma de decisiones en salud. Uno de los problemas que pueden tener estas revisiones, es que la información que entregan puede quedar prontamente desactualizada luego de su publicación. De hecho, la realización de una revisión sistemática suele demorar más de 1 año (a causa de su rigurosidad metodológica), y existe una gran producción de estudios primarios, por lo que durante los procesos posteriores a la búsqueda de la evidencia y poco tiempo después de publicada la revisión, podrían haberse publicado ensayos clínicos incluibles que no fueron identificados. Esto cobra relevancia, ya que la información que sustenta la toma de decisiones clínicas puede no ser en base a la evidencia más actualizada.
Frente a esta problemática, el 2014, Elliot y colaboradores proponen la revisión sistemática viva (del inglés: living systematic review) como una nueva forma de actualización de revisiones sistemáticas, que incorpore la evidencia a medida que esta se haga disponible sin comprometer su calidad ni su rigurosidad.
No obstante, esta prometedora propuesta no es apta para todas las revisiones sistemáticas, ya que demanda mayores recursos (humanos y materiales) que muchas veces puede no justificarse.
¿Cuándo elegir el formato vivo?
- La pregunta de la revisión debe ser prioritaria para la mejora de atención a pacientes.
- La certeza de la evidencia existente para la pregunta debe ser baja o muy baja: es decir, no tiene sentido seguir investigando acerca de algo ya demostrado con alta certeza.
- Es probable que en el corto plazo se generen nuevos estudios primarios potencialmente incluibles en la revisión sistemática.
Un ejemplo actual que cumple con todos los requisitos anteriores, son las investigaciones acerca de la COVID-19, que evidentemente es un tema prioritario de salud a nivel mundial, hay certeza baja para la mayoría de los tratamientos propuestos, y, muy seguramente, se generarán nuevos estudios primarios al respecto a una velocidad abismante, por lo que cualquier revisión sistemática con un modelo convencional de actualización quedará rápidamente desactualizada.
Si una revisión sistemática viva dejara de cumplir con alguno de estos tres puntos, los autores pueden decidir y comunicar que su formato de actualización dejará de ser “vivo” y se hará en adelante una actualización convencional de la revisión, para así no gastar recursos innecesariamente.
¿Qué distingue a una revisión sistemática “viva”?
Es sencillo decir que una revisión sistemática incorporará la evidencia a medida que esta se haga disponible, lo realmente difícil es efectivamente llevarlo a cabo. A continuación se mencionan algunas de las estrategias para poder “dar vida” a una revisión sistemática:
- Carga y distribución del trabajo: Debe ser un grupo de trabajo amplio con carga de trabajo más liviana, pero permanente en el tiempo. Este grupo de trabajo puede cambiar en el tiempo, para dar continuidad a la revisión.
- Búsqueda continua y automatizada: Este es uno de los mayores pilares que permite el carácter vivo de la revisión sistemática. Gracias a nuevas tecnologías, hoy es posible automatizar búsquedas (creadas por expertos) en distintas bases de datos, y que si hay resultados en estas búsquedas se avise directamente al autor y este pueda realizar el cribado y seleccionar los estudios. Con este enfoque, el autor ya no debe correr la búsqueda periódicamente, pudiendo redirigir sus esfuerzos a otras fases de la producción de la revisión.
- Definir distintos escenarios de actualización: la actualización de una revisión sistemática – que incluye realizar todos sus pasos y someterse nuevamente a un proceso editorial – tiene sentido si luego de una búsqueda y tamizaje se encuentran estudios incluibles. Esta actualización cobra aún más premura si estos estudios incluibles probablemente cambiarán los resultados y conclusiones de la revisión. Es por esto que se definen tres escenarios posibles, con cursos de acción distintos, que se detallan en la figura 1.
Imagen de: Vergara-Merino L, Verdejo C, Carrasco C, Vargas-Peirano M. Living systematic review: new inputs and challenges. Medwave 2020;20(11):e8092
- Proceso editorial y de revisión por pares: así como la actualización se ve enfrentada a tres escenarios, el proceso editorial y revisión se verá enfrentado a los resultados de esos escenarios. De esta manera se sugiere que: si no hay nuevos estudios incluibles luego de una nueva búsqueda y tamizaje, se realice solo revisión editorial; si hay nueva evidencia disponible que no se incorpora aún a la revisión sistemática la revisión por pares sea opcional y la por editor necesaria; y si esta evidencia se incorpora a la revisión sistemática se realicen en primera instancia ambas revisiones (editor y pares).
- Uso de tecnologías emergentes: Existen distintas herramientas tecnológicas que agilizan la realización de revisiones sistemáticas y hacen más factible por lo tanto el formato “vivo” de estas. Algunos programas promueven la colaboración y facilitan plataformas de trabajo amigables que simplifican el proceso global de producción de una revisión sistemática, algunos conocidos son Rayyan QCRI y Covidence. Existen otras herramientas que permiten agilizar pasos específicos de la revisión sistemática, un ejemplo de esto, es la automatización de la búsqueda en bases de datos mencionada anteriormente. Otro avance, es que gracias al progreso y a la masificación de la inteligencia artificial, existen “clasificadores automáticos” que permiten que parte del tamizaje de los estudios encontrados en la búsqueda lo puedan realizar máquinas, ahorrando mucho trabajo a los investigadores y obteniendo resultados comparables. Además, existen muchas otras herramientas en desarrollo, pensadas en agilizar y automatizar los otros pasos de una revisión sistemática, como la extracción de datos y la evaluación del riesgo de sesgo.
Finalmente, son muchas las consideraciones, y muchos los recursos que hay que considerar al momento de realizar una revisión sistemática viva, y el tiempo dirá si esta tiene un efecto real en la atención a pacientes. Por el momento, es un tipo de actualización de revisión sistemática que existe, y que seguramente se irá perfeccionando y agilizando gracias a la incorporación de nuevas tecnologías y a nuevos modelos de colaboración en el mundo científico.
Autora – Laura Vergara Merino – Universidad de Valparaíso, Chile. Centro Interdisciplinario de Estudios en Salud, Universidad de Valparaíso – Chile
Referencias: Este artículo se elaboró a partir de:
Vergara-Merino L, Verdejo C, Carrasco C, Vargas-Peirano M. Living systematic review: new inputs and challenges. Medwave 2020;20(11):e8092
[1] Elliott JH, Turner T, Clavisi O, Thomas J, Higgins JPT, Mavergames C, et al. Living systematic reviews: an emerging opportunity to narrow the evidence-practice gap. PLoS Med [Internet]. 2014 Feb;11(2):e1001603. Available from: http://dx.doi.org/10.1371/journal.pmed.1001603
[2] Elliott JH, Synnot A, Turner T, Simmonds M, Akl EA, McDonald S, et al. Living systematic review: 1. Introduction-the why, what, when, and how. J Clin Epidemiol [Internet]. 2017 Nov;91:23–30. Available from: http://dx.doi.org/10.1016/j.jclinepi.2017.08.010